viernes, 14 de septiembre de 2012

¡VIVA MÉXICO HIJOS DE LA CHINGADA!

Se acercan las "fiestas patrias" y con ello empieza a florecer entre los mexicanos contemporáneos un “espíritu nacionalista”, por todos lados se empieza a ver a la gente comprando banderitas, cornetas y adornos multicolores que decoraran las casas donde la noche del 15- una vez que el alcohol haga su efecto- todo connacional podrá gritar hasta 
quedarse afónico: “¡Viva México hijos de la chingada!”.

En ninguna otra ocasión del año se pueden oír palabras tan hipócritas como esas, pues mientras un día se grita y se hace fiesta por haber nacido “libres” en este cacho de suelo, el resto del año predomina entre la mayoría de los mexicanos una actitud malinchista y una lambisconería hacía lo extranjero.

La gente dice que ama ser mexicano, pero se burla (aunque sea inconscientemente) del modo de vestir y hablar de un compatriota indígena, dice que quiere a su país pero hace lo que sea por parecerse a un estadunidense, por parecer “cool”, inclusive llega al extremo de renegar de sus rasgos físicos distintivos y compra cremas aclarantes, se tiñe el cabello de güero y se pone pupilentes azules.

Es increíble, pero a los 2 años los niños se despiden diciendo “bye” en lugar de “adiós”, a las escuelas les preocupa mucho enseñar el inglés y no ofrecen la opción de aprender alguna lengua autóctona.

Mientras el grueso de la población cae en estas penosas conductas, un pequeño grupo de individuos a los que se les conoce como “intelectuales” se dejan quemar por la pasión y defienden estoicamente eso que llaman “patria”.

La mayoría de la llamada “gente culta” celebra a lo grande a los “héroes que nos dieron patria”, niega el periodo colonial sin comprender que esos 300 y pico de años sirvieron para consolidar buena parte de nuestra identidad nacional, se jactan de una independencia que jamás existió, pues los indígenas a los que los españoles despojaron de la tierra solo cambiaron de amo, lo que es más, un español al servicio de la corona fue quien logro el mentado triunfo ¡y ni siquiera se le recuerda!

Estos singulares personajes son nacionalistas y xenofóbicos, defienden el indigenismo sin comprender que nuestra identidad nacional es una mescolanza incomprensible, que el mexicano promedio no desciende de las tribus autóctonas de esta tierra y que muy pocos son los que conservan intacta su sangre indígena.

Ambos extremos son nocivamente dañinos para la salud mental del mexicano, habría pues que contrastar estas conductas, sintetizarlas y construir una actitud nueva que dé la cara al mundo globalizado, que despierte orgullo y que recuerde lo bello que es pertenecer a la raza de bronce. No hay que decir “¡Viva México!”, hay que demostrar que se quiere al país, no hay que negar la identidad y ante todo se deben poner las pocas o muchas habilidades que se tengan, al servicio de la patria.

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