jueves, 20 de septiembre de 2012

DEJE LA PROSA EN LA CALLE

Deje la prosa en la calle 
para poderte escribir 
sin omitir ningún detalle lo que no he podido decir.

Te escribo sinceramente 
desde lo más hondo de mi ser 
me tienes como un demente 
que pronto va a enloquecer.

Por ti he tirado mis trapos 
limpie a conciencia mi ser 
me he puesto más guapo 
para poderte convencer.

Te convertiste en mi musa 
eres tu mi inspiración 
quiero ser tuyo sin excusa 
para amarnos con pasión.

Deje el lenguaje vulgar 
para ensalzar tu gloria 
me he convertido en juglar 
¡Quiero que hagamos historia!

sábado, 15 de septiembre de 2012

DOLORES DE PARTO


El 15 de septiembre es un día de júbilo para los mexicanos, pues fue un 15 de Septiembre de 1910 cuando un cura de la parroquia de Dolores, llamado Miguel Hidalgo, convoco al pueblo a “luchar por su independencia”. Sin embargo las intenciones del llamado “padre de la patria” son cuestionables, pues a la vez que gritaba “¡Muerte a los gachupines!” también decía “¡Viva Fernando VII!”, además él y todos sus compañeros no fueron los primeros insurgentes, pues en 1808 un grupo de criollos pacto con el virrey en turno para lograr la emancipación de la Nueva España y mucho antes que ellos Martin cortes, el hijo de don Hernán intento hacerlo sin éxito alguno.

El gobierno en turno dice con orgullo que el triunfo de la “causa insurgente” significo el nacimiento de México como una nación “libre y soberana” y por tanto hay que conmemorar con orgullo a los que lograron esto. Es curioso que en nuestro país se celebre el inicio y no el “triunfo” de la independencia, esto quizá porque quien la concluyo es ahora considerado un traidor a la patria.

Si el triunfo significo el nacimiento de lo que ahora es México, los primeros brotes de insurgencia vendrían siendo algo así como el alumbramiento, y como en todo parto el nacimiento de nuestra “nación independiente” vino acompañado de los típicos dolores punzantes y desgarradores.

Para empezar el movimiento original encabezado por Hidalgo no pretendía la independencia, lo que quería era un gobierno más justo, abolir el régimen corrompido y hacer las reformas sociales que la colonia necesitaba. La figura de aquel cura bondadoso que se preocupaba por su gente ha quedado inmortalizada por la historia oficial, no así la indisciplina de sus tropas ni la sed de sangre que estas tenían contra los españoles, se comenta que el enojo y el miedo que le causaban los españoles a los “indios” era tal que en la toma de la alhóndiga estos les bajaban los pantalones para ver si tenían cola, pues creían que eran demonios.

Hidalgo se volvió un dolor de cabeza para los propios insurgentes, “cura bribón” llamaba Allende a este párroco hispanicida, su falta de pericia militar y el poco control de su ejército, aunado a su brillante idea de no atacar la ciudad de México cuando podía, hicieron que el padre de la patria terminara siendo rehén de sus propias tropas.      

Los “primeros insurgentes” pronto fueron derrotados, pero mientras tanto otro cura con mejor disciplina militar que su antecesor lograba importantes victorias: José María Morelos, el llamado “rayo del sur”. Sin embargo tuvo una muerte menos digan que Hidalgo, pues antes de irse de este mundo dio importante información al ejercito realista, traicionando así a los suyos.

Tras años de lucha los insurgentes quedaron dispersos y poco a poco los ideales de aquel 15 de septiembre se fueron esfumando. Por esos años en España se estaba gestando importantes cambios, cambios con un enfoque liberal que amenazaban con quitarle los privilegios a los españoles radicados en la Nueva España, es por esto que un grupo de personas entre las que estaba Agustín de Iturbide se reunió y decidió que era tiempo de emanciparse.

Iturbide, un antiguo soldado realista convenció a su gente y gesto un proyecto con el cual los españoles de la Nueva España conservarían sus privilegios pero sin rendirle cuentas  a su “madre patria”. Fue así que se reunió con Vicente Guerrero- un fugitivo del régimen que se dio cuenta que ya todo se lo había llevado la fregada y que era mejor agarrar lo que le ofrecieran- y juntos lograron la independencia, pero ya no como originalmente se concebía, si no para el interés de unos cuantos.

El 24 de febrero de 1821, día en el que hoy se conmemora a la bandera, se firma el plan de Iguala, logrando así la independencia, no de México, porque en ese entonces no existía como tal, sino de la Nueva España.    

Como se puede ver el “grito de dolores” que pego nuestra historia al momento de dar a luz a nuestra nación no fue acompañado de alegría, si no de una profunda tristeza al ver que abortado el fruto de su vientre. El horrible feto deformado en el que se convirtió la independencia y al que se ha tratado de resucitar a lo largo de los años, no despertara nunca, pues en realidad nunca existió, los verdaderos dueños de México solo cambiaron de amo, y aunque se intente hacer viva no se puede.

Hay que emanciparnos de la historia de bronce, analizar nuestro pasado y engendrar una nueva nación, una verdadera nación libre que no siga los intereses de unos cuantos, una nación donde todos convivamos como hermanos, una nación libre de dogmas que supere su pasado y de la cara al futuro.  

viernes, 14 de septiembre de 2012

¡VIVA MÉXICO HIJOS DE LA CHINGADA!

Se acercan las "fiestas patrias" y con ello empieza a florecer entre los mexicanos contemporáneos un “espíritu nacionalista”, por todos lados se empieza a ver a la gente comprando banderitas, cornetas y adornos multicolores que decoraran las casas donde la noche del 15- una vez que el alcohol haga su efecto- todo connacional podrá gritar hasta 
quedarse afónico: “¡Viva México hijos de la chingada!”.

En ninguna otra ocasión del año se pueden oír palabras tan hipócritas como esas, pues mientras un día se grita y se hace fiesta por haber nacido “libres” en este cacho de suelo, el resto del año predomina entre la mayoría de los mexicanos una actitud malinchista y una lambisconería hacía lo extranjero.

La gente dice que ama ser mexicano, pero se burla (aunque sea inconscientemente) del modo de vestir y hablar de un compatriota indígena, dice que quiere a su país pero hace lo que sea por parecerse a un estadunidense, por parecer “cool”, inclusive llega al extremo de renegar de sus rasgos físicos distintivos y compra cremas aclarantes, se tiñe el cabello de güero y se pone pupilentes azules.

Es increíble, pero a los 2 años los niños se despiden diciendo “bye” en lugar de “adiós”, a las escuelas les preocupa mucho enseñar el inglés y no ofrecen la opción de aprender alguna lengua autóctona.

Mientras el grueso de la población cae en estas penosas conductas, un pequeño grupo de individuos a los que se les conoce como “intelectuales” se dejan quemar por la pasión y defienden estoicamente eso que llaman “patria”.

La mayoría de la llamada “gente culta” celebra a lo grande a los “héroes que nos dieron patria”, niega el periodo colonial sin comprender que esos 300 y pico de años sirvieron para consolidar buena parte de nuestra identidad nacional, se jactan de una independencia que jamás existió, pues los indígenas a los que los españoles despojaron de la tierra solo cambiaron de amo, lo que es más, un español al servicio de la corona fue quien logro el mentado triunfo ¡y ni siquiera se le recuerda!

Estos singulares personajes son nacionalistas y xenofóbicos, defienden el indigenismo sin comprender que nuestra identidad nacional es una mescolanza incomprensible, que el mexicano promedio no desciende de las tribus autóctonas de esta tierra y que muy pocos son los que conservan intacta su sangre indígena.

Ambos extremos son nocivamente dañinos para la salud mental del mexicano, habría pues que contrastar estas conductas, sintetizarlas y construir una actitud nueva que dé la cara al mundo globalizado, que despierte orgullo y que recuerde lo bello que es pertenecer a la raza de bronce. No hay que decir “¡Viva México!”, hay que demostrar que se quiere al país, no hay que negar la identidad y ante todo se deben poner las pocas o muchas habilidades que se tengan, al servicio de la patria.